El cáncer de mama no solo es la principal causa de muerte por tumores malignos en mujeres mexicanas, sino también uno de los padecimientos que mayor presión ejerce sobre el gasto público y los sistemas de salud, reveló el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su informe especial por el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama.

De acuerdo con las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) 2024, el país contabilizó 818,437 fallecimientos, de los cuales 94,096 (11.5 %) fueron por tumores malignos. Dentro de este grupo, 8,451 muertes (9 %) se debieron al cáncer de mama, afectando casi exclusivamente a mujeres (99.2 % de los casos).
En una década, la tasa de defunción creció de 15.7 a 18.7 muertes por cada 100 mil mujeres de 20 años y más, confirmando una tendencia al alza que refleja tanto la detección tardía como las desigualdades en el acceso a tratamientos especializados.

El estudio también evidencia una brecha geográfica alarmante: Chihuahua encabezó las tasas de mortalidad con 27.6 fallecimientos por cada 100 mil mujeres, seguida de Baja California Sur (24.0), mientras que Guerrero (12.7) y Tlaxcala (12.9) registraron los niveles más bajos. Estas diferencias revelan asimetrías en infraestructura médica, cobertura de seguros y capacidad hospitalaria entre regiones.

Según la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM) 2021, 176,672 mujeres de 50 años y más —equivalentes al 1.2 % de ese grupo de edad— viven con un diagnóstico de cáncer de mama. De ellas, 62 % recibió algún tipo de tratamiento, mientras que 38 % no tuvo acceso a atención médica.
Los tratamientos más comunes fueron quimioterapia o medicamentos (76.8 %), radiación (71.8 %) y cirugía o biopsia (66.1 %), además del uso de fármacos para el dolor (51.6 %) y tratamientos paliativos (50.8 %).

El INEGI subrayó que estas cifras deben leerse no solo desde la óptica médica, sino también económica: el costo promedio de un tratamiento puede multiplicarse hasta 15 veces cuando el diagnóstico es tardío, impactando directamente los presupuestos familiares, empresariales y del sistema de salud.

En un país donde las mujeres representan más del 50 % de la fuerza laboral y del consumo, invertir en prevención y detección temprana del cáncer de mama no solo salva vidas, sino que también protege la productividad, reduce el ausentismo laboral y disminuye los gastos médicos catastróficos que cada año afectan a miles de hogares mexicanos.

Por Angélica Delgado Parra

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