En México, las tienditas de la esquina son mucho más que un punto de venta: son parte de la vida cotidiana, el lugar donde la gente confía, se abastece y conversa. En un país donde los cambios económicos impactan directamente en la canasta básica, estas tiendas juegan un papel crucial. Hoy, de cara al Paquete Económico 2026, volverán a estar en el centro de la conversación.
La reciente actualización del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) lo confirma. El ajuste derivó en un incremento promedio de 6.6% por litro en refrescos; mientras que, en los empaques más populares —de 2 a 3 litros—, el aumento alcanzó hasta 10%. Para dimensionar: este crecimiento es tres veces mayor que la inflación nominal en México. No se trata de un cambio menor, sino de un golpe directo a la estructura de gasto de millones de hogares.
El impacto se siente claramente en el bolsillo. Las bebidas no alcohólicas representan, en promedio, el 30% del gasto de los mexicanos, mientras que, en los hogares de nivel socioeconómico bajo, las bebidas alcohólicas absorben hasta 11% del total. En este contexto, el canal tradicional —donde se abastecen millones de familias— es el que más resiente las variaciones de precio.
Ya hemos visto un episodio similar. En 2014, el incremento del IEPS provocó una fuerte caída en las visitas al canal tradicional y un desplazamiento hacia opciones de menor precio. El golpe fue tan severo que cerraron más de 19 mil tiendas, aunque el sector logró recuperarse dos años después. En ese momento, los tenderos tuvieron que priorizar productos de alta rotación y reducir su portafolio.
Hoy, la historia puede repetirse, pero con un matiz distinto: tenemos aprendizajes. El consumo de bebidas es inelástico; el mexicano no deja de consumir, aunque cambie de marca o formato. Eso significa que las tienditas tienen margen para reaccionar: pueden asegurar la disponibilidad de los empaques más buscados, impulsar formatos personales que permitan al consumidor acceder al producto en medio de precios más altos y diversificar su oferta con opciones no gravadas, como el agua, que representa una oportunidad para capitalizar.
Los datos muestran que las categorías gravadas siguen siendo prioridad de gasto, pero también reflejan una contracción en volumen dentro del canal tradicional. Esto obliga a reflexionar: el consumidor sigue gastando, pero las tienditas necesitan estrategias más inteligentes para no perder relevancia en sus ventas.
El reto para 2026 no será solo enfrentar impuestos más altos. También habrá un entorno internacional complejo, con la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en el horizonte. Pero si algo ha demostrado la experiencia, es que el canal tradicional tiene una enorme capacidad de adaptación.
La clave estará en acompañar a las tienditas con innovación, promociones y portafolios ajustados a las nuevas necesidades del shopper. Porque, pese a las presiones, las tiendas de la esquina seguirán siendo el corazón del consumo en México: un espacio de cercanía, conveniencia y resiliencia.
Lo cierto es que el nuevo IEPS no será un ajuste más: representa un cambio que redefine cómo millones de mexicanos acceden a productos básicos. El consumidor buscará precio; el tendero, ajustar su portafolio; y las marcas, decidir si competirán solo por volumen o también por relevancia.
El 2026 marcará un antes y un después para el canal tradicional. Y la pregunta es clara: ¿quién sabrá leer mejor al shopper y acompañar a las tienditas en este proceso? Las cifras ya insinúan la respuesta: quien se adelante con ejecución impecable y un portafolio inteligente no solo resistirá la tormenta, sino que saldrá fortalecido.
Por: Eduardo Ragasol, Director general de NielsenIQ México.