Durante más de diez años, tener paneles solares en casa o en un negocio era casi un trato justo con la Comisión Federal de Electricidad (CFE): si producías más energía de la que usabas durante el día, podías “guardarla” en la red y usarla en la noche. En pocas palabras, era un intercambio 1 a 1: lo que dabas, lo recuperabas.
Pero eso cambió. Con las nuevas reglas publicadas este mes, ese trueque energético llegó a su fin. A partir de ahora, la electricidad que los usuarios generen con paneles solares y entreguen a la red se pagará a un precio diferente, mientras que la que consuman por la noche tendrá un costo mayor.
El cambio busca actualizar el modelo y hacerlo más sostenible, pero también representa un ajuste importante para hogares, comercios e industrias que dependen de la energía solar. México tiene hoy más de 4,300 megawatts de capacidad solar instalada, suficiente para alimentar 5 millones de hogares —lo mismo que el consumo residencial de Nuevo León y Querétaro juntos, según la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
Para la mayoría de las grandes empresas, el impacto será pequeño, ya que utilizan casi toda la energía que producen. Sin embargo, el modelo de negocio cambia completamente: ya no se trata solo de generar energía, sino de usarla de forma más inteligente.
“El cambio regulatorio no frena el crecimiento solar, lo obliga a evolucionar”, explica Marcos Ripoll, CEO de Solar180. “El nuevo juego no es vender energía a la red, sino almacenarla y aprovecharla cuando más conviene, especialmente por la noche o en horas pico”.
Ese modelo, conocido como autoconsumo inteligente, combina paneles solares, baterías y sistemas digitales que optimizan el uso de la energía. Así, un hogar o empresa puede usar su propia electricidad en los momentos más caros y guardar el exceso para después, reduciendo su dependencia de la CFE.
Este cambio coincide con el auge del nearshoring, que ha traído más de 50 mil millones de dólares en inversiones a México desde 2022. Las nuevas fábricas de sectores como automotriz, electrónico o farmacéutico necesitan energía confiable y constante, y el autoconsumo inteligente se perfila como su “blindaje energético” para evitar pérdidas millonarias por apagones.
El gobierno también ve una oportunidad: según el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN), México planea instalar 8.4 gigawatts de capacidad de almacenamiento para 2038. Esto equivale a poder alimentar al país entero por más de dos horas o almacenar toda la energía generada por los parques solares de Sonora y Baja California Sur.
En palabras de Ripoll: “La energía solar no se acaba, pero su modelo cambia. Ya no es una moda ecológica, es una necesidad económica”.
Con esta transición, México entra en una nueva etapa de su revolución energética: de vender energía barata, a aprender a usarla con inteligencia y estrategia.
