Las empresas mexicanas deben asumir con seriedad los riesgos asociados a sus vínculos comerciales internacionales, particularmente con compañías de origen chino. En el contexto actual, el gobierno de Donald Trump, junto con numerosas corporaciones norteamericanas ejercen una vigilancia exhaustiva sobre las redes de proveeduría de sus socios comerciales, advirtió Rodrigo de León, profesor del área Entorno Político y Social del IPADE Business School.

Durante un conversatorio organizado por la escuela de negocios, el académico explicó que hoy existen mecanismos públicos que permiten rastrear las relaciones comerciales de empresas mexicanas, identificando a sus proveedores, clientes y conexiones indirectas.

“La sola presencia de una firma asociada a listas de observación, ya sea por su país de origen, historial o implicaciones legales, puede bastar para que una empresa mexicana sea objeto de escrutinio o incluso excluida de ciertos mercados”.

En respuesta a una pregunta formulada por Novus News MX sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta México en el contexto de la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, y cómo esta disputa ha acelerado la reconfiguración de las cadenas globales de suministro, el académico subrayó que pese a los riesgos, esta transformación representa también una ventana de oportunidad estratégica para México.

La tensión geopolítica ha impulsado la tendencia del nearshoring, y el país se encuentra en una posición privilegiada para atraer inversiones que buscan salir de Asia y acercarse al mercado norteamericano.

“En diez años podríamos ver cadenas de suministro que antes operaban principalmente en Asia fortalecidas ahora en Norteamérica, con México como un jugador clave junto a Estados Unidos y Canadá”, explicó de León.

Frente a este escenario, dijo, el papel de México no debe ser el de alinearse de manera automática con alguno de los bloques en disputa, sino el de actuar con inteligencia estratégica. La clave está en consolidarse como un socio confiable, con la capacidad de sustituir importaciones asiáticas mediante producción nacional, cumpliendo rigurosamente con estándares internacionales de trazabilidad, cumplimiento normativo y transparencia en sus relaciones comerciales.

Rodrigo de León enfatizó que el futuro de muchas empresas mexicanas dependerá no solo de su eficiencia operativa o su competitividad en costos, sino de su capacidad para entender, anticiparse y adaptarse a un entorno internacional cada vez más complejo. El desafío es mayúsculo, pero también lo es la oportunidad de redefinir el papel de México en la economía global en los años por venir.