El gobierno de México dio a conocer que, ante el fallido alcance de lograr establecer las condiciones necesarias para reemplazar el uso del glifosato en la agricultura del país, se permitirá su continuación hasta que exista otro herbicida adecuado para su sustitución.
De acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Economía en colaboración con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), esta medida se adopta con el fin de garantizar la seguridad agroalimentaria nacional, ya que la prohibición de este herbicida podría tener repercusiones graves en la agricultura tanto interna como de exportación.
#Comunicado | En virtud de que no se han concretado las condiciones para sustituir el uso del glifosato en la agricultura mexicana, debe prevalecer el interés de salvaguardar la seguridad agroalimentaria del país. #ElCampoNoSeDetiene pic.twitter.com/Q41QTPDJeY
— Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (@Agricultura_mex) March 27, 2024
Además, se busca disminuir el posible impacto por la sustitución de la sustancia, sin embargo, en las acciones previstas en el Decreto presidencial publicado en el diario Oficial de la Federación, por conducto de las anteriores dependencias señaladas, se determina continuar en la búsqueda de alguna alternativa de herbicida de amplio espectro y de baja toxicidad que sustituya el glifosato.
¿QUÉ ES EL GLIFOSATO?
El glifosato es un herbicida ampliamente utilizado en todo el mundo para controlar malezas no deseadas en cultivos agrícolas, céspedes, jardines y áreas no cultivadas.
Es un compuesto químico que actúa inhibiendo una enzima clave en la biosíntesis de aminoácidos en las plantas, lo que conduce a su muerte.
Fue introducido por primera vez por la compañía Monsanto en la década de 1970 bajo el nombre comercial de Roundup. Desde entonces, ha sido uno de los herbicidas más populares y controvertidos debido a preocupaciones sobre su impacto ambiental, riesgos para la salud humana y su presencia en la cadena alimentaria.
Es bien sabido que en México, país de origen y biodiversidad del maíz, cada persona consume en promedio diario medio kilogramo de ese cereal, alimento básico de la dieta nacional.
Lo lamentable es que 10 millones de toneladas de maíz que se importan anualmente desde Estados Unidos deben usarse sólo para alimento de ganado o insumos industriales altamente procesados. Sin embargo, el 90.4% de las tortillas que se consumen en México contienen secuencias de maíz transgénico, lo mismo que el 82% de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este grano.
Los preocupantes datos son hallazgo del equipo científico de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana, encabezado por la científica María Elena Álvarez-Buylla, hoy directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que encontró en 387 muestras de productos de maíz recolectados en tortillerías y supermercados, principalmente de la Zona Metropolitana del Valle de México, la presencia alarmante de genes de maíz transgénico. Y aunque hallaron también transgenes en las tortillas más artesanales, en estasno encontraron glifosato.
Esto ocurre porque plantas de maíz han sido transformadas en laboratorios de Estados Unidos con el fin de resistir plagas y tolerar el herbicida glifosato, según publicó la revista Agroecology and Sustainable Food Systems,
El equipo universitario precisa que “más del 85% del maíz transgénico que se produce en Estados Unidos es tolerante al glifosato, plaguicida que es rociado sobre los maíces transgénicos que lo toleran, penetra en las plantas y llega a los granos”, y así llega a nuestras tortillas y otros alimentos hechos con maíz.
Los datos resultan impactantes, pero más todavía porque el maíz transgénico no está permitido en México a campo abierto, pues se encuentra en proceso una demanda colectiva que lo impide desde 2013, año en que se aplicó una medida precautoria que prohibía su siembra mientras duraba el proceso legal.
Resulta absurda la importación de grano transgénico ya que, como indica Álvarez-Buylla, “México produce suficiente maíz para el consumo humano: nativo e híbrido no transgénico. En 2016 produjo 25.7 millones de toneladas de maíz, de las cuales 12.3 millones se vendieron para consumo humano, 4.2 millones para autoconsumo, 4.4 millones para el sector pecuario y 1.5 millones para exportación”.
La experta en ecología y genética molecular del desarrollo aboga por que se apoye a la agricultura sostenible, agroecológica y campesina para fortalecer al campo mexicano y para que el maíz nativo o criollo, de alta calidad nutricia, complementado con el híbrido que se produce en el norte del país, cubra las necesidades nacionales.
En noviembre de 2019, bajo el principio precautorio para la prevención de riesgos en materia ambiental, la Secretaría de Medio Ambiente negó la importación de mil toneladas de glifosato. Y también en 2019, el Gobierno de México creó el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad con el fin de tener una visión nacional de los grandes problemas de salud y medio ambiente, como el que causa el glifosato.
Dadas las evidencias científicas de la toxicidad del glifosato, que demuestran los impactos a la salud humana y al ambiente, se camina firmemente hacia la reducción gradual del uso de glifosato, hasta lograr su prohibición total en 2024, y se impulsa un sistema agroalimentario más seguro, más sano y respetuoso con el medio ambiente. En ese sentido se afina la ruta crítica para la disminución gradual del herbicida con métodos alternativos.