En el entorno laboral, muchas personas se sienten agotadas por la presión constante de alcanzar metas, cumplir con resultados y dar siempre un extra, aunque eso implique dejar de lado su bienestar. Frente a esta realidad, las organizaciones tienen el gran reto de convertirse en lugares donde el trabajo no signifique desgaste, sino desarrollo.
A decir de Trinela Fernández Hernández, especialista en inteligencia emocional, y Roberto Martínez, director global de Efr, lograr un balance entre vida personal y trabajo, es posible mediante la educación emocional de los colaboradores y la conciliación entre organización y empleados.
Trinela Fernández, socia de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIE) y fundadora de CapacitaSE, enfatizó que la transformación organizacional comienza con el autoconocimiento emocional.

“Es fundamental desarrollar conciencia y ponerle nombre a lo que sentimos: frustración, incomprensión, invalidez. Esto le da a la otra persona herramientas para ayudarnos y a nosotros autonomía emocional para responsabilizarnos de lo que sentimos”, explicó.
La autonomía, dice Trinela, es la competencia emocional más difícil para los adultos, pues implica dejar de culpar al jefe, al equipo o a la organización. “Debo ser capaz de decir: ‘me siento así porque yo decido sentirme así con lo que hay’”.
En el ámbito organizacional, señala que este trabajo individual se traduce en competencia social, resiliencia colectiva y, finalmente, bienestar integral. Trinela lo resume así: “El malestar llega solo. El bienestar hay que salir a buscarlo con intención. No es espontáneo. Se requiere una estrategia sostenible”.
Las organizaciones emocionalmente inteligentes, según ella, modelan lo que promueven. “No podemos tener un equipo emocionalmente estable si el líder es emocionalmente incompetente. Todo comienza con los líderes”. Por eso, afirma que dentro de las empresas urge una visión integral que contemple al colaborador no sólo como trabajador, sino como ser humano con múltiples roles.

Trinela Fernández también advirtió sobre el error de implementar iniciativas de bienestar aisladas. “Una clase de yoga no resuelve el agotamiento emocional. Un aumento no compensa la falta de sentido. La solución tiene que ser integral, interconectada”.
Insistió en que el propósito y el sentido del trabajo son claves del bienestar: “Si no sabes para qué haces lo que haces, no hay conexión ni compromiso real”.
En este sentido, Roberto Martínez, director global del modelo Efr, resaltó la importancia de generar condiciones dentro de las organizaciones que respeten el balance vida-trabajo.
“México ocupa el lugar 41 en balance vida-trabajo entre los países de la OCDE, con una calificación de apenas 0.4 en una escala de 10. Esto es alarmante”, señaló Martínez al destacar que la certificación Efr, impulsada por la Fundación Másfamilia, llega a México con el objetivo de fomentar culturas organizacionales centradas en las personas.
Explicó que la certificación Efr busca “transformar la cultura organizacional”, ofreciendo herramientas concretas para promover la conciliación (como se le llama en España) o equilibrio vida-trabajo (como se entiende en México), no sólo desde los horarios, sino desde una visión profunda de la calidad de vida laboral.

Destacó que el impacto del modelo ha logrado incrementos de hasta 40% en productividad, reducciones de más del 50% en ausentismo y mejoras importantes en la reputación corporativa y salud mental colectiva.

Roberto Martínez resaltó que el bienestar no es un lujo, sino una estrategia de sostenibilidad y que el trabajo del futuro no puede desvincularse del propósito; “un horario flexible no compensa un liderazgo emocionalmente incompetente. Necesitamos líderes emocionalmente sanos, comprometidos con el desarrollo integral de sus colaboradores”.
Propósito, conexión y transformación
En este sentido, ambos expertos coincidieron que el bienestar no es sólo sentirse bien, sino “vivir con sentido”, lo que implica que las organizaciones ayuden a sus colaboradores a responder preguntas clave como: ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué valor aporta mi trabajo? ¿Qué huella quiero dejar?
“No hay vida laboral saludable si la vida personal está comprometida. No hay equilibrio profesional si no hay equilibrio emocional… Las personas emocionalmente equilibradas y con propósito rinden mejor. Y las organizaciones que fomentan ese equilibrio dejan huella”, agregó Trinela.
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