El Senado se convirtió en ring político cuando Gerardo Fernández Noroña denunció haber sido agredido físicamente por Alejandro “Alito” Moreno al cierre de la Comisión Permanente. Y no sólo eso: en la trifulca también salió lastimado Emiliano González, trabajador del recinto, quien terminó en el suelo, pateado y con collarín.
Con evidente molestia, Noroña no se guardó nada: tachó al líder priista de “cobarde” y aseguró que la agresión no fue un accidente, sino un ataque orquestado. Según relató, los videos de las cámaras y la cámara 360° de González muestran con claridad cómo fue derribado y golpeado mientras intentaba calmar la situación.
El colmo, dijo, es que algunos medios intenten disfrazar lo ocurrido como “enfrentamiento”, cuando en realidad fue —en sus palabras— una golpiza descarada. Y es que las imágenes, según Noroña, no mienten: muestran a Moreno y a sus compañeros priistas desbordando violencia en un espacio donde se supone debería prevalecer el debate político.
La indignación no tardó en crecer: periodistas, analistas y legisladores calificaron lo ocurrido de “vergonzoso”, mientras la senadora Andrea Chávez lo bautizó como un acto “brutal” y prometió respaldo legal al trabajador agredido.
Ante el escándalo, Morena ya alista denuncias penales por lesiones, amenazas y daños materiales, además de una sesión especial el 29 de agosto para proponer el desafuero de “Alito” y otros cuatro priistas.
Noroña, siempre frontal, cerró con un dardo directo en su cuenta de X: “Muy grave que los medios hablen de enfrentamiento, cuando todos los videos acreditan una agresión cobarde a mi persona y una golpiza en el suelo a Emiliano González”.
Lo cierto es que lo que pasó en el Senado parece más propio de un episodio de reality show que de la política mexicana. Y mientras unos llaman a la calma, otros ya están afilando el colmillo para cobrarle factura a “Alito” Moreno.