Asesinos seriales que marcaron la historia roja de México
A lo largo de la historia ha sido la prensa de nota roja la que ha dado cuenta de los crímenes atroces que hombres y mujeres han cometido en México, pese a que el término de ‘asesino serial’ es algo que generalmente se asocia a la ficción y a otros países, la realidad mexicana ha tenido oscuros pasajes al respecto.
El tema cobra relevancia por la reciente detención de Miguel Cortés, un químico farmacobiólogo apodado ya como el “Dahmer mexicano”, que abusó sexualmente y asesinó a María José, una mujer de 17 años; tras un cateo a su departamento se hallaron restos humanos, material quirúrgico, herramientas tipo sierra y múltiples identificaciones, elementos que lo ubican como un posible asesino serial.
Aquí un listado de los casos más sonados de personas que pasaron a la historia roja de México por sus crímenes:
“El Chalequero”
Quizá el primer caso sea el de “El Chalequero”, al menos sí del que se tiene registro. Este hombre mató a 20 mujeres entre 1880 y 1888, todas ellas dedicadas al sexoservicio y a quienes golpeó, estranguló y decapitó en zonas del centro de la Ciudad de México.
Dado su ‘modus operandi’, fue comparado con “Jack el Destripador” porque fueron contemporáneos, a pesar de ser casi analfabeto, actuaba de manera muy educada con las mujeres para ganar su confianza.
Su apodo provino de su estilo de vestir, pues dicen que solía llevar pantalones entallados, fajas y un chaleco. La policía lo detuvo el 13 de febrero de 1888, tras ser denunciado por los vecinos de una de sus víctimas.
Aunque en un primer momento fue condenado a muerte, posteriormente el presidente Porfirio Díaz revocó su sentencia y ordenó una pena de 20 años de prisión en San Juan de Ulúa, Veracruz, de donde fue liberado por error en 1904. Al salir de la cárcel tuvo una última víctima, Antonia, una mujer de la tercera edad a quien violó, golpeó y degolló.
Debido al trabajo de investigación de un reportero que comparó el asesinato con los ocurridos años atrás, “El Chalequero” volvió a la cárcel en 1908. Esta vez a Lecumberri, donde fue sentenciado a muerte en 1910 a los 70 años.
Goyo, “El estrangulador de Tacuba”
Conocido como “El estrangulador de Tacuba”, cometió sus crímenes entre agosto y septiembre de 1942. Sus víctimas fueron una compañera de la carrera de ciencias químicas y tres sexoservidoras.
Se sabe que tuvo relaciones sexuales con ellas y después las ahorcó y enterró en el jardín de su casa. En 1942 confesó sus crímenes luego de que su madre lo internó en un hospital psiquiátrico.
Una vez preso en Lecumberri, Goyo fue un personaje singular en la cárcel: asistió a clases de psiquiatría, recibía visitas familiares, sostenía relaciones con las enfermeras e incluso tenía licencia para salir cuando quisiera. Obtuvo su libertad en 1976 por un indulto del entonces presidente Luis Echeverría y ese año, la Cámara de Diputados le rindió un homenaje por ser un ejemplo de readaptación social, ya que aprendió el Código Penal y se convirtió en abogado de otros internos.
Las hermanas González Valenzuela “Las Poquianchis”
A María Luisa, Delfina, María de Jesús y Carmen González Valenzuela se les atribuyó la muerte de al menos 150 personas, la mayoría mujeres que trabajaban en sus casas de citas.
Originarias de El Salto, Jalisco, las hermanas González Valenzuela sufrieron de violencia intrafamiliar en su infancia. No obstante, a la muerte de sus padres, recibieron una modesta herencia que ocuparon para abrir un prostíbulo.
Ganaron fama por su bar en San Francisco del Rincón, Guanajuato, donde las llamaron “Las Poquianchis”. Reclutaban mujeres con engaños y las obligaban a prostituirse. El 6 de enero de 1964 fueron detenidas después de que una de sus víctimas escapó y las denunció. Las autoridades encontraron un pequeño cementerio donde se presumió que muchas de las víctimas fueron enterradas vivas.
“La Mataviejitas”
Juana Barraza Samperio también era conocida como “La dama del silencio” por su paso por la lucha libre, fue encontrada culpable de una serie de robos y asesinatos a personas de la tercera edad entre 1990 y 2006. Su ‘modus operandi’ involucraba ingresar a los hogares bajo la apariencia de una enfermera para luego perpetrar los crímenes. Actualmente, “La Mataviejitas”, como fue nombrada por la prensa de aquel tiempo, cumple una sentencia de 759 años de prisión en el penal de Santa Martha, donde hasta la fecha se declara inocente.
“El Sádico”
Por otro lado, Raúl Osiel Marroquín, apodado “El Sádico”, llevó a cabo secuestros y asesinatos contra hombres homosexuales, cuyos cuerpos desmembrados eran abandonados en maletas cerca del Metro Chabacano y la colonia Asturias en la Ciudad de México.
Marroquín fue a prisión en enero de 2006; sin embargo, ha expresado que no siente arrepentimiento por lo que hizo, que incluso repetiría sus crímenes con mayor cautela si tuviera la oportunidad.
“El Caníbal de la Guerrero”
José Luis Calva Zepeda, conocido como “El Caníbal de la Guerrero”, fue señalado por la muerte de tres mujeres y actos de canibalismo. Su detención en octubre de 2007 no impidió su trágico destino, ya que el 11 de diciembre de ese año fue hallado sin vida en su celda, la versión oficial fue que se suicidó con un cinturón.
“El Coqueto”
César Armando Librado Legorreta se valió de su ocupación para elegir a sus víctimas, el chofer de transporte público en la ruta 2 que iba de Chapultepec a Valle Dorado simulaba que su camión se descomponía y ofrecía llevar a casa a alguna mujer que estuviera dispuesta a esperarlo, al quedarse a solas las violaba y asesinaba.
Fue detenido gracias a que una mujer logró escapar y lo denunció, Librado Legorreta confesó haber violado a ocho mujeres y asesinado a siete, por lo que cumple una condena de 240 años en prisión.
“El Caníbal de Atizapán”
La detención de Andrés Filomeno Mendoza Celis en mayo de 2021 puso fin a décadas de impunidad, pues inició su vida criminal en 1991, y reveló una serie de crímenes que estremecieron a la sociedad mexicana.
En el cateo a la vivienda de “El Caníbal de Atizapán” se hallaron credenciales de elector, prendas de vestir, calzado, bolsos y maquillaje de mujer, y 25 cassettes de video donde Mendoza Celis documentó sus crímenes a lo largo de los años, elementos que lo vincularon con al menos 31 feminicidios.