Desde tomarse fotos frente a un Metro colapsado hasta pedir recomendaciones para comer, los asesores de comunicación política (COMPOL) parecen insistir en mostrarnos lo que ya sabemos: están desconectados de la realidad que atraviesa el país. Lo preocupante es que sus clientes consideran una gran idea lucrar con la desgracia o desentenderse, haciendo preguntas triviales en redes sociales como “¿qué tal el fin de semana?”, mientras la tasa de homicidios dolosos supera las 70 personas por día, y el tema de los desaparecidos sigue siendo una herida abierta que ni se menciona.
Lo más triste para las y los mexicanos (porque somos incluyentes) es que la situación no parece mejorar, sobre todo cuando la narrativa de la oposición sigue sin credibilidad, y la oficial simplemente recurre a la excusa de siempre: “ya no está el PRIAN”. Algunos equipos de comunicación parecen olvidar que ahora ellos ocupan las sillas del poder, y echar culpas al pasado ya no será una opción válida en unos años.
La responsabilidad del presente les pertenece, y el país exige respuestas, no distracciones o golpes de pecho por males históricos.
Si seguimos evadiendo la realidad, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en debates estériles, como un conflicto con España que ya tiene 500 años, mientras rezamos al manto del pintor indígena Marcos Cipac de Aquino, en lugar de resolver los problemas urgentes que afectan la vida diaria de millones de mexicanos.