Programas sociales reparten menos a los más pobres y dejan fuera al 65% de hogares vulnerables: especialistas

Aunque los programas sociales han contribuido a reducir la pobreza en México, especialistas advirtieron que su alcance es limitado y que, en muchos casos, funcionan más como paliativos que como motores de movilidad social. Incluso, en algunos hogares hoy se reciben menos recursos que hace ocho años.

Durante el foro “Piso parejo: Igualdad de oportunidades para la movilidad social”, organizado por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, Mónica Orozco, directora de la organización GENDERS, señaló que las transferencias monetarias, si bien son relevantes en contextos de pobreza extrema, resultan insuficientes para corregir las desigualdades estructurales.

“La movilidad social no puede depender únicamente de programas de transferencias. Son importantes, pero incompletos si no se acompañan de servicios de calidad como educación, salud o cuidados”, subrayó.

Por su parte, Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), explicó que tras la eliminación de programas como Prospera y la creación de las Becas Benito Juárez, los apoyos se redujeron considerablemente. “Sólo un tercio de los hogares recibe algún apoyo. En los primeros cuatro deciles de ingreso, donde debería haber mayor cobertura, el 65% no recibe programas de transferencias”, advirtió.

Los especialistas coincidieron en que la verdadera fuente de bienestar sigue siendo el ingreso laboral. En los últimos ocho años, el 78% del crecimiento en los ingresos de los hogares provino del empleo, frente a apenas 17% explicado por transferencias. “La reducción de la pobreza es una buena noticia, pero el triunfalismo no tiene justificación. Las becas no frenan el rezago educativo y millones de hogares pobres siguen fuera de la cobertura”, apuntó Vélez.

Crecen las carencias

Aunque los indicadores muestran una baja en los niveles de pobreza, las desigualdades sociales no han cedido terreno. La proporción de población con carencias aumentó de 25% en 2016 a 32% en 2024, lo que especialistas calificaron como una “alerta roja” que, de no atenderse, perpetúa a millones de mexicanos en un círculo de pobreza sin oportunidades reales de movilidad.

Uno de los puntos más críticos está en el rezago educativo juvenil. En 2016 había 3.9 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años con estudios truncos (17%), pero en 2024 la cifra creció a 6.6 millones (28%), es decir, 2.7 millones más con menos posibilidades de mejorar sus condiciones de vida.

La carencia en salud también se disparó. En 2016 afectaba a 19 millones de personas; para 2024 ya alcanza a 44.5 millones. El impacto es mayor en los hogares más pobres: en el decil I, la carencia alcanza al 58% de las familias, frente a 14% en el decil X.

Revisión de políticas públicas

Para Orozco y Vélez, la conclusión es que los programas sociales son necesarios, pero no bastan para garantizar movilidad social. Se requieren políticas integrales que fortalezcan la educación, los servicios de salud y la creación de empleos formales y bien remunerados.

“Lo que está en juego no es sólo reducir la pobreza en el corto plazo, sino evitar que quienes ya salieron de esa condición vuelvan a caer y que las nuevas generaciones no queden atrapadas en el mismo ciclo”, coincidieron.

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