Reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas por semana suena como una gran noticia para millones de trabajadores en México. Sin embargo, las empresas (sobre todo las más pequeñas) están preocupadas por el impacto que esto podría tener en su bolsillo.
Según la Concanaco Servytur, que representa a más de 5 millones de negocios en el país, este cambio implicaría un gasto adicional de casi 66 mil pesos por trabajador al año. Para muchas microempresas, esa diferencia puede ser la línea entre seguir operando o cerrar sus puertas.
Además, alertan que más del 70% de sus afiliados cree que subirán sus costos, y muchos temen afectar la calidad del servicio o incluso perder ventas y empleos. Todo esto ocurre en un contexto complicado: más de la mitad de los trabajadores está en la informalidad y la economía apenas avanza.
El mensaje del sector es claro: no están en contra de trabajar menos horas, pero sí piden que se haga con cuidado y diálogo. Proponen aplicar el cambio poco a poco, según el tamaño y giro de cada empresa, y dar incentivos a quienes formalicen el empleo.
La reforma aún se discute en el Congreso, pero lo que está en juego no es menor: cómo lograr un mejor equilibrio entre calidad de vida para los trabajadores y supervivencia para las empresas.
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