Ante los recientes ataque entre entre Israel y Palestina, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum reiteró que la política exterior de México debe regirse estrictamente por lo que establece la Constitución y por los principios históricos del país, como la no intervención y la solución pacífica de los conflictos.
Durante su conferencia matutina de este lunes en Palacio Nacional, Sheinbaum respondió a cuestionamientos sobre si el gobierno mexicano considera como “genocidio” la situación que se vive actualmente en Medio Oriente (sin mencionar directamente a Israel ni a Palestina), la mandataria evitó calificar los hechos con términos jurídicos contundentes. No obstante, afirmó que su gobierno condena lo ocurrido y lo que continúa sucediendo en la región.
“Nosotros nos tenemos que ceñir a la política exterior y a lo que dice claramente la Constitución de la República”, declaró Sheinbaum ante los medios. “Como Presidenta de México, lo que tenemos que hacer siempre es en el marco de la Constitución, y siempre la búsqueda de la paz. México tiene que ser factor de paz siempre, y ese es el marco en el que tiene que moverse la Presidenta de la República y todo aquel que sea Presidente de la República”, sostuvo.
Sheinbaum también subrayó que su postura sigue la línea trazada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien durante su administración también adoptó una política exterior prudente y basada en los principios constitucionales. “Así lo hizo también el Presidente López Obrador, y así tiene que ser en el marco de la Constitución”, reiteró.
Al insistírsele si la negativa a usar el término “genocidio” contradecía la búsqueda de la paz, la presidenta respondió: “No señalar un genocidio es mover la paz. Bueno, ya lo contesté. Estamos hablando de que condenamos lo que pasó, lo he dicho varias veces, lo que está pasando, pero que nuestra posición como Presidenta de la República tiene que ser en el marco de la Constitución”.
La postura de Sheinbaum refleja la continuidad de una política exterior que busca mantener a México como un actor neutral y promotor del diálogo en el ámbito internacional, aunque también ha generado críticas por considerarse ambigua ante violaciones graves de derechos humanos en otros países.