Este fin de semana, México hizo historia: por primera vez se eligieron jueces federales y hasta a los de la Suprema Corte. ¿El detalle? Casi nadie fue a votar.
El INE reportó que en esta elección judicial, una participación entre el 12.6% y el 13.3%. De 100 millones de personas con derecho a voto, solo 13 millones lo ejercieron. Para ponerlo en perspectiva: en las elecciones presidenciales de 2024 votó el 61%.
La elección judicial fue tan confusa que muchos llegaron con listas impresas o buscaban candidatos desde su celular. Hasta el expresidente López Obrador, impulsor de la reforma judicial, hizo lo mismo. Cada votante recibió hasta seis boletas, con cientos de nombres, organizados por especialidad y con obligación de elegir por paridad de género.
Aun así, la presidenta Claudia Sheinbaum celebró el proceso como un avance democrático. Y sí, lo fue en papel. Pero con tan poca gente votando, es válido preguntarse si realmente representó algo más que un trámite.
Con esta baja participación, el gobierno podría asegurarse mayor control del único poder que aún no dominaba: el judicial. A veces no se necesita manipular, solo que la mayoría no aparezca.