Entre aplausos, lágrimas y gritos de “¡Nuestra bandera!”, Grecia Quiroz, esposa del alcalde asesinado Carlos Manzo, ofreció un discurso cargado de dolor, valentía y reproche político. Frente a cientos de ciudadanos que acudieron a despedir al edil, la también madre de sus hijos convirtió su mensaje en un llamado nacional contra la violencia y la indiferencia del Estado.
“El día de hoy no mataron al presidente de Uruapan. Mataron al mejor presidente de México”, expresó con la voz entrecortada. Su declaración resonó entre los asistentes como una denuncia abierta hacia un país donde —pese a los escoltas y la presencia militar— ni siquiera los funcionarios públicos están a salvo.
Quiroz recordó que su esposo “fue el único que se atrevió a decir la verdad, sin miedo a perder la vida”, y aseguró que su lucha no termina con su muerte: “Aunque apagaron su voz, no apagarán esta lucha”. Con esas palabras, reafirmó su compromiso de continuar el movimiento que Manzo encabezaba, conocido en la región como “el movimiento del sombrero”, símbolo de resistencia ciudadana frente al crimen organizado.
Durante su intervención, pidió a las familias mexicanas educar y corregir a los hijos antes de que la violencia los alcance: “Más vale verlos en la cárcel que ir a llorarles a una tumba”. También pidió unidad a la población de Uruapan para “defender la patria y el legado” del alcalde, quien —según ella— soñaba con transformar el municipio desde la honestidad y la cercanía con la gente.
El discurso de Grecia Quiroz se ha viralizado en redes sociales y ha despertado un fuerte debate político. Para muchos, sus palabras representan el retrato más crudo de un país donde la violencia ya no distingue cargos ni colores partidistas, y donde las víctimas, como ella, se ven obligadas a levantar la voz que el Estado no puede —o no quiere— proteger.

