Con la llegada de las vacaciones de verano, miles de niños y niñas en México inician un receso de casi dos meses fuera del entorno escolar. Aunque socialmente se asocia este periodo con descanso y tiempo en familia, la realidad para muchas familias es distinta: mientras los niños están en casa, la mayoría de madres y padres siguen trabajando.
Tener la posibilidad de coincidir en un descanso familiar sigue siendo un privilegio de pocos.
Esta desigualdad suele generar sentimientos de culpa en los cuidadores, quienes desean ofrecer a sus hijos experiencias enriquecedoras pero se ven limitados por el tiempo, el presupuesto o la falta de redes de apoyo.
Como psicóloga especializada en psicoterapia infantojuvenil y crianza, considero fundamental validar esta vivencia y recordar que la conexión emocional no depende del número de planes realizados, sino de la calidad de presencia, la seguridad emocional y el vínculo que se cultiva incluso en pequeños momentos del día.
Estructura y rutina: el ancla emocional de los niños: Aunque el verano implica una pausa en la rutina escolar, los niños siguen necesitando una estructura básica para sentirse seguros. Esto no significa replicar el horario escolar, sino mantener algunos pilares estables: horarios para dormir y comer, momentos de juego libre y de descanso, y límites claros. Esta organización favorece su autonomía y regula sus emociones, además de facilitar el regreso a clases.
Aburrirse también es positivo: Muchos padres temen escuchar la frase “estoy aburrido”. Sin embargo, el aburrimiento no es algo que debamos evitar a toda costa. Al contrario, es una oportunidad valiosa para que los niños desarrollen imaginación, creatividad y tolerancia a la frustración. En lugar de saturarlos con actividades, ofrezcamos materiales simples que despierten su curiosidad: hojas, crayones, bloques, libros o juegos de la infancia como el resorte, las escondidas o pintar con acuarelas.
Cuerpo en movimiento, mente en calma: El cuerpo necesita moverse. El verano es un momento ideal para fomentar la actividad física, incluso desde casa. Está demostrado que el ejercicio mejora el estado de ánimo, regula el sueño y fortalece la salud emocional. Bailar juntos, salir a caminar, jugar fútbol, andar en bicicleta o hacer circuitos de obstáculos caseros son opciones accesibles que pueden integrarse fácilmente a la rutina diaria.
Cuidadores responsables: un punto no negociable: Cuando mamá o papá no están disponibles durante el día, es indispensable garantizar que los niños queden al cuidado de adultos confiables, emocionalmente disponibles y capaces de ejercer límites con respeto. No basta con que alguien los vigile: necesitan ser protegidos, guiados y contenidos en caso de conflictos o accidentes.
Evitemos dejar a los niños bajo el cuidado exclusivo de otros menores o de personas que no puedan estar realmente presentes. Por más responsable que parezca, ningún niño debe ocupar el rol de un adulto. Los adultos cuidan, los niños deben ser cuidados.
Pantallas: acompañamiento y límites, no uso libre: Durante las vacaciones, el uso de tecnología suele dispararse. No se trata de prohibir, sino de acompañar y establecer reglas claras: horarios definidos, contenidos adecuados y presencia activa del adulto. También es importante activar los controles parentales en todos los dispositivos. Las pantallas no deben ser el recurso principal para calmar o entretener a los niños.
Prevención del abuso sexual: hablar es proteger: El receso escolar conlleva cambios en la supervisión y los entornos, lo que puede aumentar la vulnerabilidad de los menores.
Por ello, es clave reforzar en casa, de forma clara y amorosa, mensajes de autocuidado y seguridad:
Nadie debe ver ni tocar tus partes privadas.
Tú tampoco debes ver ni tocar las partes privadas de nadie.
Si alguien te pide guardar un “secreto”, está mal. En esta familia no hay secretos, solo sorpresas que sí se pueden contar.
Si algo te incomoda o te confunde, puedes contárnoslo. Te vamos a creer, cuidar y querer.
Estas conversaciones pueden surgir en momentos cotidianos, como durante el baño, al leer cuentos o al jugar. Lo esencial es que los niños sepan que su cuerpo les pertenece, que pueden decir “no” y que siempre contarán con un adulto que los escuche y proteja.
Conexión sin gastar: el valor de lo simple: No hace falta invertir mucho para crear recuerdos valiosos.
Algunas actividades sencillas que fomentan el vínculo familiar son:
- Cocinar juntos
- Hacer un picnic
- Contar historias de cuando los adultos eran niños
- Crear un álbum de dibujos o recuerdos del verano
- Leer cuentos o jugar juegos de mesa
- Ver una película con palomitas caseras
- Lo que deja huella no es la cantidad de planes, sino la calidad de la presencia emocional.
Las vacaciones escolares pueden ser un reto logístico y emocional, pero también una oportunidad valiosa para fortalecer el vínculo, fomentar la autonomía y acompañar el desarrollo emocional de los niños. No se trata de hacer más, sino de estar presentes con lo que sí podemos ofrecer. Con estructura, cuidado responsable, movimiento, educación afectiva y atención emocional, el verano puede ser un tiempo nutritivo para el bienestar infantil, incluso sin grandes planes.
